A través de la pieza “Ciclos de la Tierra” exploro la relación entre la vida y la muerte, el caos y el orden, así como nuestra relación con la naturaleza, reemplazando los huesos de animales por representaciones figurativas de huesos humanos. Las esculturas pretenden provocar un diálogo sobre la vulnerabilidad del ser humano ante fuerzas naturales, así como una reflexión sobre los ciclos perpetuos de decadencia que definen los límites de nuestra existencia.
La pieza toma inspiración en la memoria de un incendio que viví de pequeño en la reserva Otomi-Mexica, en el Estado de México. Semanas posteriores al incendio recorrí parte de la zona afectada, encontrando huesos de animales junto a pequeños brotes de nuevas flores en medio del campo de ceniza. En la obra, tanto la tierra exterior como el barro se sometieron a altas temperaturas, manteniendo un proceso coherente con el de la memoria.
Ciclos de la Tierra









